martes, 15 de diciembre de 2015

Hoy, en Tehran!
Orgullosos de proyectar en el Festival Internacional de Documental Cinema Vérité Iran. Cuantos Iranis habrán tenido la oportunidad de ver cine boliviano antes?

martes, 24 de noviembre de 2015

jueves, 20 de agosto de 2015

Dice Chicago:

"La película me pareció increíble
porque la labor de los artistas es sentar precedentes,
es manifestarse, es un grito...
es decir aquí estamos...
una generación que está en evolución"


"Seguimos, vemos a estos jóvenes mientras van desarrollándose 
y aprendiendo de su propia historia...
era inevitable dejarse llevar...
tan encariñador y apasionado"


De Austin hasta Oakland—donde hicimos una proyección íntima—dicen:

"totalmente único en el punto de vista integrada exponiendo todas las problemáticas

...un profundo cuestionamiento
además de la belleza genuina del proceso de aprendizaje...
llegando al corazón de lo único que tiene (y el genio táctico) de las luchas indígenas bolivianas..
y esas animaciones...
tantos niveles de decisiones inteligentes en esta película." 
  - Mona Caron 

"La película tiene tanta fuerza -
la de los actores, del elenco de teatro como conjunto -
su integridad y capacidad de estar en un estado de vulnerabilidad y devenir/evolucionar...
Y el trabajo que hacen en la obra de teatro—
manifestar a los muertos, los ancestros, todo muy evocador...
lo que más me impactó fue el acto de resistencia política que es la película en sí.
...sucedieron romper la barrera entre director y sujeto.
- Holen Sabrina Khan



"The film has such power - 
the actor's, and the theater group as a whole - 
their integrity and ability to be in a state of vulnerability and becoming/evolving...
And the work they are doing in the play–
inhabiting the dead, the ancestors, is haunting.... 
...[what] struck me the most is the act of political resistance that the film itself is. 
...managed to truly break down the barrier between director and subject."
  - Holen Sabrina Khan

viernes, 20 de marzo de 2015

Otra nota de la prensa



La Razón (Edición Impresa) / Sergio Zapata
00:00 / 14 de septiembre de 2014
La opera prima de Mateo Hinojosa, Movimientos espectaculares, parte de una simple premisa, registrar el proceso creativo de la construcción y puesta en escena de una obra teatral del Teatro Trono de El Alto. Sin embargo, esta premisa se va disolviendo con el quehacer del elenco teatral: asistimos a la intimidad de la creación y apropiación de los personajes, a la mirada observacional diluida en el grupo merced del trabajo de años del director con el elenco, al aburrimiento pasajero que supone la espera por la promesa de la cinta, la pieza teatral puesta en escena. En este periplo, donde se construye el relato de los actores buscando personajes que sean capaces de representar octubre de 2003, la película se decanta por el relato paralelo, los actores en conjunto y en su intimidad particular, pero siempre privilegiando una mirada de conjunto.
El pacto entre espectadores y obra se sostiene mediante la promesa devenida en frustración por evidenciar la obra, que nunca será representada. En esta disolución, Hinojosa atiende a la búsqueda de soluciones e inicia la segunda parte de la cinta, en la que el elenco teatral opta por la guerrilla y decide realizar acciones en la plaza Murillo.
En la primera parte, la obra no sale del confort de la intimidad que permite la complicidad entre director y personajes. En la segunda mitad, estos actores salen del confort y se enfrentan con una marcha, con los sujetos que buscaban representar en las tablas, resolviendo el conflicto latente en toda la obra: el lugar de la ficción en un registro que pretende ser veraz. La puesta en escena de los actores se disuelve frente a la realidad —que no los entiende e, incluso, quizás no los necesita—, hasta la interpelación sobre la condición actoral y artística: cuando se enfrentan al tumulto, ahí, por vez primera el cine hecho en Bolivia nos dota de un momento de verdad, en tanto evidencia de acontecimiento.
Sin embargo, Movimientos espectaculares se sitúa en un lugar privilegiado, desde la mirada de la frustración, a merced de la imposibilidad de representar la memoria e historia, otorgando al espectador la virtud de revivir, resituar e imaginar las jornadas de octubre. Hasta que —y esperemos que eso no ocurra— el cine oficial reinvente octubre con un filme épico. 
Pistas
Octubre de 2003
Como un objeto escurridizo, algo difuso, cada vez más ambiguo y distante, octubre de 2003 no encontró atención en las imágenes en movimiento. Representar supone hacer un ejercicio de memoria, es la virtud de archivar algo, encriptarlo en un soporte y código para que pueda ser revisitado: hacer la historia que, como sabemos, es la justificación del presente. En este sentido, solo Insurgentes (2013) atiende al noble afán de capturar el acontecimiento con el velo pedagógico que las circunstancias demandaban.
‘Pacha’
Con Pacha, el mexicano Héctor Ferreiro se enfrenta a octubre a través de la fantasía y la moralina, ante la imposibilidad de captar el hecho. Situando su mirada desde un niño lustracalzados, intenta retratar las jornadas de octubre. En contraste con Movimientos espectaculares, Pacha retorna a la mirada de la fotografía turística y registro antropológico de las diferencias, para, desde la fascinación con el otro y la imposibilidad de comprensión, sacralizar un hecho que no se realiza del todo como objeto fílmico. 
El lugar de la mirada
Hace algún tiempo la interrogante sobre las formas de mirar se tornó inevitable: el diálogo es inexistente entre la agenda pública, la memoria y la historia con la sensibilidad de los documentalistas, de los dueños de medios de producción de lo sensible. Quizás esto responda a gestos de afirmación a partir de la marginación, o al emblemático eslogan de la tradición autoral que busca registrar lo propio y particular, o al carácter universalista y atemporal del arte. ¿Cómo ver octubre y representarlo, si es posible esto?


http://www.la-razon.com/…/Movimientos-espectaculares_0_2124…

sábado, 14 de febrero de 2015

La mezcla 5.1

La mezcla final de sonido!  Tuvimos una sesión increible con Jim LeBrecht de Berkeley Sound Artists, el genio que trabajó The Devil and Daniel Johnson, entre otras pelis buenísimas. Fue muy divertido hacer entrar el ajayu, el espíritu del sonido, a toda la sala :)  Esto fue lo último de editar contenido, pues la declaro terminada: habemus película!

miércoles, 28 de enero de 2015

Las primeras críticas


Del crítico y autor Alfonso Gumicio Dagron, que estuvo en nuestra proyección pre-estreno en la Cinemateca Boliviana. Del periódico Página Siete, La Paz:





Alfonso Gumucio Dagron 

Escribí hace 25 años sobre el Teatro Trono en uno de mis libros porque me pareció un ejemplo inspirador de comunicación participativa para el cambio social y un hermoso esfuerzo para darle a la ciudad de El Alto un espíritu de ciudadanía, de comunidad y de convivencia de las que todavía carece. 


Por ello, qué bueno poder comentar ahora una película que muestra que el grupo fundado y cultivado por Iván Nogales no solamente sigue en pie y luchando por el espacio del arte, sino que además lo hace con tanto vigor como honestidad para mostrar los logros y también los obstáculos que enfrenta en ese arduo camino.


Ya era hora de que se filmara un documental sobre el Teatro Trono, pero además de que se hiciera como parte de un proceso tan participativo como el que lleva adelante el grupo de Nogales, un hombre de humildad porque "se borra” detrás de los actores y detrás de los proyectos teatrales. Para muestra un botón: en el hermoso cartel de Movimientos espectaculares (2014) aparece su nombre sin prominencia entre los de los otros miembros del grupo. 


El título del filme puede parecer ajeno a su contenido, no así una frase que aparece discretamente en algunas de las imágenes promocionales que he visto: "Nadie quieto”, es decir, nadie debe permanecer indiferente. 

La dirección del documental  la asumió Mateo Hinojosa, pero todo el proceso de producción es resultado de una colaboración sin fronteras, porque el guión se hizo colectivamente y se adaptó según las circunstancias de la filmación, cuya primera etapa transcurrió en 2010 y la segunda en 2012. El financiamiento, mediante la modalidad de crowd funding (se traduce como micromecenazgo), va parejo con ese espíritu colaborativo. 


La música incluye canciones de Luzmila Carpio, Jesús Durán, Arawi y de Jean-Pierre Magnet, además de temas originales interpretados por los jóvenes actores de Teatro Trono. Destacan las secuencias animadas diseñadas por Alejandro Salazar (Al-Azar) y realizadas con el apoyo de artistas venezolanos y norteamericanos. 


Mucho terreno ha recorrido el Teatro Trono, que ya no es el mismo sobre el que escribí hace tantos años porque Nogales se ha ocupado de renovar constantemente el núcleo de actores y el repertorio de obras. 


Todo comenzó en 1989 como resultado de una experiencia de trabajo con niños de la calle. Al principio el grupo trabajaba en el marco de un programa estatal, pero muy pronto ganó independencia y autonomía para continuar desarrollando actividades culturales para niños y jóvenes de la ciudad de El Alto. En pocos años consolidaron Compa y el Teatro Trono, proyectos en los que los niños y jóvenes asumían las responsabilidades de gestión. A través del tiempo, el grupo ha sido capaz de ofrecer a la población una gama de actividades culturales: biblioteca, películas, muestras de arte y por supuesto obras de teatro que han sido representadas no solamente para la audiencia de los barrios populares de El Alto, sino también en festivales y eventos culturales nacionales. 


Los jóvenes actores del Teatro Trono no desmayan en su intento de llevar sus obras a poblaciones que no tienen memoria, por ejemplo, de los acontecimientos políticos que vivió El Alto  en  2003: "La guerra del gas”. 

En 118 minutos, el documental trata de recobrar esa memoria, no a través de imágenes de violencia, sino de interpretaciones dramáticas de quienes eran apenas niños cuando los hechos sucedieron. Son los hijos de la "guerra del gas” los que aquí se expresan, pero no se trata solamente de un acto político, sino de una reivindicación del mestizaje y del migrante alteño que asoma su cultura itinerante sobre la ciudad de La Paz. 


El itinerario del grupo de teatro  por varios lugares de Bolivia para representar sus obras sobre la plataforma de un camión tiene un valor testimonial inmenso, porque lo que nos muestra no es una trayectoria triunfalista, sino una de esfuerzo, compromiso y dedicación que con frecuencia se topa con la apatía de la propia gente. 


"El circo de la politiquería” que los jóvenes del Teatro Trono representan para apoyar las reivindicaciones de la memoria se topa curiosamente con la indiferencia de quienes no entienden el valor de la expresión artística. Son particularmente duras las escenas filmadas cerca de la Plaza Murillo, donde los jóvenes actores tratan de sumarse a una marcha de las víctimas de octubre de 2003 pero son apenas aceptados, su arte no logra crear empatía, los rostros duros e inflexibles de los manifestantes no se ablandan con esta forma de expresión y de lucha. 


Las intervenciones ambulantes del teatro callejero se enfrentan no solamente a la desmemoria y a la apatía, sino a ese carácter sombrío y cerrado de los migrantes. A pesar del dolor que los jóvenes actores logran hacer suyo para convertir en expresión creativa la memoria de hechos que no vivieron, tienen que vencer todavía el obstáculo de la falta de complicidad de un público poco participativo. Como afirma el propio director de Teatro Trono en una entrevista, para mucha gente éste es un tipo de teatro invisible, que no quiere ver. 


En el Teatro Trono y en Movimientos espectaculares no me atraen tanto las obras terminadas como el proceso creativo de inclusión social que se desarrolla gracias al compromiso de quienes participan. 


El grupo cultural trasciende las fronteras del teatro y demuestra que se puede hacer resistencia política y cultural de una manera propositiva, positiva y no destructiva. A diferencia de otros movimientos sociales de El Alto, Compa y el Teatro Trono tienen desde siempre una propuesta de política cultural. Más allá de los estallidos heroicos que duran menos que una llamarada de petate, el trabajo de Teatro Trono lleva años  construyendo ciudadanía. Iniciativas como esta pueden salvar a El Alto de su destino de ciudad de migrantes indiferentes e individualistas.


Ya era hora de un documental sobre el Teatro Trono, pero además de que se hiciera como parte de un proceso tan participativo como el que lleva adelante el grupo de Nogales.





http://www.paginasiete.bo/cultura/2014/10/26/nadie-quieto-36367.html